Marcamos el calendario y eso, a menudo, nos da la aparente y confortable sensación de que al tiempo podemos controlarlo. Ahora mismo, mientras escribo esto, estoy frente a un enorme calendario pegado a la pared; y sí, está lleno de marcas, círculos y anotaciones que yo mismo hice, pero hay algunos trazos peculiares que resaltan, y son los que hace mi compañera cada vez que se acaba un mes; una gran raya en diagonal atraviesa todo el cuadrito correspondiente a ese tiempo que ya se fue. Ya no quedan días en ese cuadrito, todos pasaron. Los días pasan, el tiempo pasa… es una realidad, y lo sabemos, pero, se me hace que constantemente lo olvidamos, o al menos no nos damos cuenta de todo lo que eso implica.
Creo que muchos no sabemos contar nuestros días, los que fueron, los que quedan. Miles de años atrás Moisés, ya reflexionaba sobre esto y lo dejó escrito en su poema del Salmo 90, necesitamos que Dios nos enseñe a “contar” nuestros días, es decir, a considerar la certeza de su rapidez, fragilidad y brevedad, porque vivimos engañándonos que al tiempo lo controlamos. Eso sí, nuestro tiempo está tan sumergido en días acelerados y de muchos compromisos. Vivimos apurados, y quizás, sólo la vejez es capaz de frenarnos un poco. Claro, es el último camino transitable de este lado del viaje, estando ahí, me animo a decir, que nadie quiere acelerar.
Y envejecer no es algo malo, lo malo es que este mundo pareciera pertenecerle cada vez menos a los que llegan a esa etapa, como que cada vez hay menos lugar para ellos, y no me refiero únicamente a un lugar físico, sino a un espacio en la configuración de esta sociedad, de sus decisiones, de sus proyectos, de su rumbo. Y hacia allá vamos todos ¿O no? Es un camino inevitable para los que queremos seguir viviendo porque la única forma de seguir viviendo es envejecer.
En el departamento de Salud de la ASCIM hemos iniciado un servicio, exclusivo para nuestros adultos más grandes, en donde uno de los objetivos es el de concienciar a la población local, por medio del ejemplo, sobre la importancia del cuidado de estas personas a quienes los días le han pasado, pero no su dignidad y valor.
Hasta aquí mis palabras, tengo muchas cosas por hacer hoy… y sí, probablemente otro día más que pase y que no haya podido contarlo como debe ser.
“Enséñanos de tal modo a contar nuestros días, que traigamos al corazón sabiduría”
- Moisés. Salmo 90:12